miércoles, 11 de julio de 2012

"No Vacancy"

He decidido retirarme del mercado, dejar los anaqueles y guardar bajo la cama el cartel de “oferta” y “20% de descuento”. No quiero mas invitaciones de hombres ofreciendo un café o una salida al cine un viernes o sábado por la noche. Estoy harta de las frases patéticas y trilladas como: “eres la chica mas linda que conocí” o “jamás me había cruzado a nadie como tú”. Por favor, tengo un espejo y una autoestima demasiado realista para tragarme esos cuentos. Definitivamente, hay muchachos que carecen de imaginación al intentar dar halagos o su bagaje en cuanto a mujeres se trata, se reduce a su madre, su nana y a su hermana.


Estaba tomando un café con un amigo, cuando de pronto, recibí una llamada de un ex novio. Al parecer el pobre infeliz había tomado cuatros vasos de “valentía” mezclados con ron y tomo la desafortunada decisión de marcar mi número telefónico. Él, muy convencido, me proponía ser amantes y vivir un romance idílico comparándonos con Ernest Hemingway y Martha Gellhorn, quienes seguro se retorcían en sus tumbas mientras todo esto sucedía. Colgué el teléfono y no pude evitar soltar una carcajada. ¿Esto es lo que los hombres tienen para ofrecer, ser “amantes”? Camino a casa la canción “Decisiones” de Rubén Blades no para de sonar en mi cabeza, en especial, esa parte que dice: “y le ha propuesto a una vecina de la manera mas vulgar y descarada, que cuando su marido al trabajo se haya ido, lo llame para él ser su enamorado”.

Definitivamente, estoy hastiada de los coqueteos y comentarios acertados o ingeniosos con los que los muchachos intentan hacerse los interesantes. Por primera vez, en mucho tiempo, puedo decir a cualquier ejemplar que se atreva a acercarse a invitarme al baile del cortejo: “no estoy interesada”.

martes, 19 de junio de 2012

Reflexiones Lejanas

El amor no viene con garantía pero si con fecha de caducidad. No sabes que día dejas de sentir “eso”. Tengo en mi memoria un archivo titulado “la primera vez que lo vi”, otro que dice “esta vez se siente diferente” y, finalmente, “no era la persona para mi”.

Recuerdo la cara de congojo de mis amistades cuando contaba mis desventuras amorosas y la de emoción cuando escuchaba la frase: “conocí a alguien”. Sin embargo, cuando al fin pude responder llena de orgullo e ilusión en el rostro, fue impresionante la expresión que se dibujaba en sus miradas. Si, tengo una relación a larga distancia y cada vez que lo digo, la gente me mira como si fuera loca o como si estuviera diciendo que tengo un amigo imaginario o estoy saliendo seriamente con mi perro (y pensamos tener una hermosa camada de seis cachorritos).

Detesto que me traten como si tuviera demencia. Cada vez que digo que mi novio se encuentra a kilómetros de distancia, recibo una mirada de apoyo y la condescendiente frase: “pero el tiempo se pasa volando”. Luego vienen las preguntas de cómo hago para mantenerme en contacto ¿acaso no están al tanto de las nuevas tecnologías? Cuando digo que hago uso del skype, de inmediato me imaginan, desnuda y untándome chocolate en el cuerpo mientras me lamo frente a la cámara web.

Si hicieran una película de esta etapa de mi vida, escogerían como soundtrack “En el muelle de San Blas” y “Penélope”. Cada vez que digo que tengo novio, pasa a ser una gran broma cuando menciono que es extranjero. El “amor de lejos, amor de tres” ¿de eso se trata no? Ni empezar a hablar de las despedidas y los litros de lágrimas derramadas en los aeropuertos (si no hay llanto es alerta roja)- me he convertido en un patético cliché. Preguntas incómodas: ¿Que piensan hacer, quien se mudara? y la fantástica ¿cuando se volveran a ver?

Bueno, mas vale haber viajado y amado que nunca haber viajado. Concluyo con que el amor que estoy viviendo es importado. Al igual que los nacionales, no viene con garantía y tiene fecha de caducidad.

miércoles, 6 de junio de 2012

Achu

Hay cosas en la vida que, francamente, jamás voy a comprender. No entiendo por qué cada vez que alguien estornuda se debe de decir: “salud”. Parece que los buenos deseos, cuando del tema salud se trata, son exclusivos para las personas que sufren de un resfriado. Era una mañana fría en la parada de autobús y tenía una tos terrible, las personas se alejaban como si yo fuera un foco infeccioso o un perro con sarna. De pronto, alguien estornudó y todos le desearon “salud”, hasta le sonrieron. Esa maldita palabrita que discrimina a todos los que padecemos de una enfermedad que no involucre estornudos ni un rocío de saliva siendo expulsaba con fuerza y esparcida en el aire. Exijo solidaridad ¿Quién decidió que la buena voluntad del prójimo y las cortesías sociales son exclusivas para quien tiene un catarro?


¿Qué onda cuando alguien estornuda más de diez veces seguidas? ¿Es necesario usar la maldita palabrita una decena de veces? Estaba en la oficina, cuando me tomó por sorpresa un ataque de alergia, mis estornudos parecían estar compitiendo por un record Guiness. De pronto, cinco compañeros empezaron a decirme salud por cada estornudo ¿Qué diablos sucedía con esa gente? ¿Acaso no bastaba con uno? Por otro lado, si estornudas más de una vez, hay persona que te pone una cara de indignación (como si lo hicieras con premeditación y alevosía). No obstante no dejan de desearte que te mejores o que te mueras para que pares de una buena vez.

Tengo que admitir que soy una “estornudadora” liberal, lo hago con un sonido vigoroso y hago énfasis en lograr el “Achu” perfecto. Por eso me cuesta tanto entender a los “estornudadores” tímidos, eso que estornudan al revés y no expulsan los gérmenes como dios manda. Por otro lado, están los “estornudadores” vengativos, esos que estornudan sin taparse la boca buscando propagar su virus porque si ellos están enfermos, entonces nadie merece estar sano. Finalmente, los que se inducen el estornudo (estos son los mas peligrosos, quizás solo buscan deseos de buena salud) mirando el sol o un foco de luz.

Definitivamente, hay comportamiento que me cuesta tanto entender como ¿por qué lo hombres se rascan tanto la entrepierna? Parece que piensan que tienen un manta de invisibilidad a lo Harry Potter. Año tras año se vuelen mas descarados ¿piensan que no los vemos? No, nunca voy a entender.

jueves, 31 de mayo de 2012

"Ser Humano"

Si pudiera retroceder en el tiempo, regresaría a mis diez años. Probablemente los disfrutaría más y me quitaría todas esas ideas de convertirme en adulta. Cuando yo cumplí una década de vida, mi pequeño hermano, Jesús, saludaba su tercer año en este mundo. Recuerdo que cada vez que le decía “ser humano” rompía en llanto y la vena de su frente saltaba, siempre imaginaba lo genial que hubiera sido verla reventar, luego me miraba y con esa vocecita decía “¡no me digas!”. Esa rata acuzeta a quien heredé el vientre, en un intento desesperado, acudió a mamá reclamando respeto: “mamá dile que no me diga” (con surcos en los cachetes). De pronto, mi madre le acarició la cara y le susurró: “pero amor, eres un ser humano”, el pobre estalló de indignación y gritó, elevando sus puñitos rechochos al cielo: “¡No! ¡Tú también me dices!”.


Hay días que quisiera haber disfrutado mis primeros cinco cumpleaños, cuando mi papá me enviaba flores y mi mamá me regalaba carritos de policía porque leyó en otro de sus famosos libros de psicología que así crecería mas fuerte. No puedo negar que hay momentos en que quisiera que todo en mi vida de “grande” se arregle con una llamada de mi madre y no tenga que usar palabras difíciles ni oraciones complicadas para defenderme.

Quiero poder levantarme en el momento de la comunión durante la misa sin necesidad de irme a confesar y que mi abuela me diga, con voz dulce, “¿qué pecados puedes tener tú si eres una niña?”. Volver a tomar por la cola a una lagartija y que se le salga solo para que siga moviéndose por unos segundos en mi mano o besar al sapo cojo que mi abuelo tenía en su jardín. Y si me rompen el corazón, que mami busqué al niño y lo regañe para que me vuelva a querer. Solo por un instante, ponerme a llorar y sentirme indignada porque alguien en la calle me dijo “ser humano”.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Minuto Materno


Hace unas noches, me encontraba con una amiga contemplando un recipiente de plástico con una varilla de cartón sumergida en un tercio de taza de su orina. Un minuto de pasión, se había convertido en los cinco minutos más largos de su vida. De pronto, en la televisión un comercial de pastillas anticonceptivas seguido por un carismático anuncio de condones Pegazo: para que no te metan un golazo (un poco tarde porque parece que iba perdiendo el partido). Mientras los segundos pasaban con gotero y cruzábamos los dedos porque el esperma de su compañero de sábanas no sea de alta calidad, caí en cuenta: Tengo el poder de crear otros seres humanos, una docena de niños podrían salir gateando por entre mis piernas.

Casi, al minuto cuatro ya podía visualizarme con mi fábrica de zapatillas y los hermosos deditos de mis pequeños manufacturando cada una de ellas ¿qué mejor regalo del día de la madre? Lo que otros podrían ver como esclavitud infantil, yo podía verlo como un gran emprendimiento familiar. Salí de mi alucinación al ver la cara de felicidad de la casi futura madre, ¡Dos líneas! ¡Dos líneas! Gritaba mientras sostenía ese pedazo de papel duro lleno de sus fluidos corporales.

Detesto ese comentario (muchas veces de mujer a mujer): “salió embarazada porque quiso” o las historias, espero urbanas,  del extractor de jugo de pavo ¿inseminación casera? No vayas a cenar a la casa de una embaraza en Navidad.

Si, en definitiva, tenemos cierta ventaja con respecto a la decisión de engendrar pero un hijo no es un seguro (a menos que se ponga en práctica el negocio familiar que aún no descarto) ni debe de ser la razón para unir dos vidas. Mi madre suele decirme que fui un bebé muy deseado y también suele atormentarme con la historia donde relata que fui concebida en un sillón.

Nota para mis futuros hijos: vengan al mundo con manos muy pequeñas que mami y la industria zapatera con amor los espera. 

lunes, 7 de mayo de 2012

"Mala"


Bien dice la canción: “Víbora, ese nombre te han puesto, porque en el alma llevas el veneno mortal”. Debo de decir que por primera vez en mucho tiempo me siento sumamente halagada, en mis 24 años de vida jamás había sido tildada de “mala” ¿Qué es ser realmente “mala”? Quisiera tener una definición para asimilar mi nueva condición de villana.

Debo admitir que este nuevo adjetivo que acompaña mi nombre me causa cierto conflicto porque existen categorías, creo yo, en la amplia gama de la maldad ¿Soy de las malas que matan y queman pequeños animales en rituales? ¿De las que juegan con el corazón de inocente hombres y luego se los comen? ¿De las que gritan “maldita lisiada” a mujeres en sillas de ruedas? O ¿de las que compran pequeños pececitos y los sacan de las peceras para verlos asfixiarse?

Tal parece que si fuera parte del reino animal, sería un depredador tan cruel que no mataría por necesidad sino por el puro placer de aterrorizar a mi presa y darle una muerte lenta.  ¿Por qué este nuevo atributo a mi persona? Luego de una pequeña reflexión mientras comía un pan de miga con pollo y piña tuve una epifanía, tiene sus ventajas ser percibida como “mala”, es decir, caminas por una calle solitaria a altas horas de la madrugada y te topas con un hombre desaliñado sosteniendo algo que, a lo lejos, parece una navaja ¿sigues caminando o huyes? En conclusión, esta maldad que, de acuerdo con mis detractores, luzco y se siente en mi respiración puede ser mas una aliada que una enemiga. Puede que ser temida, en ciertos casos, pueda ser más conveniente que ser querida.

Regresando a una lección tan inocente y básica: no siempre vas a caerle bien a todo el mundo y sólo debe de importarte lo que la gente que, en realidad te interesa, piense de ti. La profesora de inicial no se equivocó.