miércoles, 11 de mayo de 2011

ENE O NO

¿Quién les dijo a los hombres que cuando una mujer dice “no” quiere decir “si”? Probablemente algún violador fue el difusor de esta patética teoría entre su género. Hace unos días me topé con una de mis tías, angustiada por mi vida amorosa, me dijo la famosa y repetida frase “estás sola porque quieres”, la miré a los ojos con cierta decisión y le dije “No, al contario, estoy sola porque no quiero… no quiero a ninguno de los pobres idiotas que están detrás mío” ¿Qué diablos sucede con la autoestima de los chicos de ahora? Pareciera que mientras más los rechazas mayor es su incentivo por seguir intentando ¿Cuándo se puso tan de moda el “más te pego, mas te quiero”?

Cuando una perra esta en celo atrae a los machos desde una distancia de 2000 metros. Es sorprendente, recuerdo que cuando mi perra entraba en celo – ahora con 15 años enfrenta una seria menopausia y su vida sexual es un recuerdo muy lejano y empolvado- más de 5 perros se sentaban fuera de la puerta a esperar por su oportunidad reproductiva. La diferencia entre el perro y el hombre es que cuando la hembra rechaza al primero, sólo basta con sentarse y por más que este intente ella no se parara. Con respecto al segundo, así una se siente, se paré o se eche este seguirá intentando ¿cuestión de orgullo? Solía pensar que las mujeres despechadas son de temer pero debo de decir – por experiencia propia- que un hombre despechado vale por 4 mujeres abandonadas y cambiadas por una supermodelo.

Él con 30 años ya cumplidos, un hombre hecho y derecho por donde lo mires empezó su cortejo –poco sutil. Un perro sentado fuera de mi casa olfateando el aire, con la oreja bien parada, ansioso por el sonido del rechinar de la puerta. Una vez frente a frente, “me senté” para nunca más pararme, al verse rechazado optó por la técnica del insulto es que hay hombres que gozan bajándole la autoestima a las mujeres. Un hombre víctima del despecho y de un orgullo herido en la guerra del amor, frente a mi diciéndome lo cachetona que era, lo abandonada que se me veía y lo mal que me vestía. Me sentí atrapada en un capítulo de María la del Barrio siendo atacada por Soraya Montenegro ¿estamos hablando del mismo hombre que días atrás me decía lo maravillosa que era? Finalizó su tira de insultos con un “pero a mí no me importa que seas así” ¿Qué debía decirle? ¿Gracias? O, quizás correr a sus brazos, besarlo con pasión y decirle “gracias por quererme, gorda, fea y abandonada porque ningún otro hombre me hará el favor de fijarse en mi, bendito seas”, luego, arrodillarme, besarle la mano por el acto altruista y tan lleno de bondad. Extiendo mi más profundo agradecimiento hacia este hombre por su acto desinteresado en pro de perpetuar la raza humana, mis padres están profundamente agradecidos.

Al parecer la estupidez en el género masculino no conoce de edad. Cuando se es muy joven te aconsejan que te fijes en un muchacho 2 o 3 años mayor que tú ¿quién diablos nos da estos consejos? Regresaré al primer punto, ciertamente, no estoy sola porque quiera estar sola, estoy sola porque no quiero a ninguno de los idiotas que están detrás de mío.

sábado, 7 de mayo de 2011

Silencios Incómodos

¿Qué hacer en un silencio incomodo? Me ha sucedido en pocas oportunidades porque soy una de esas personas que nació desesperada por comunicarse. Poco me falto decirle al doctor cuando me arrancó de las entrañas de mi madre, por medio de una cruel cesaría, “Tenga piedad y enséñeme a hablar”. Es mucho más fácil hablar con alguien con quien compartes intereses o amigos en común pero ¿Y si no comparten nada en común?

Considero terrible la estrategia de las preguntas, cuando estaba en el colegio y un adulto me quería hacer conversación siempre empezaba por ¿Y qué tal el cole? Que pregunta para estúpida ¿de verdad querían que responda? Ya tenía bastante con la adolescencia como para tener que responder preguntas ridículas, por lo tanto, respondía como responde la gran mayoría de colegiales -y sigue vigente-“bien, todo bien”. La misma regla se da con los hombres cuando no saben de qué hablarte, corre la rueda de preguntas sacadas de un “SLAM” tales como ¿y qué haces los fines de semana? O ¿Qué tipo de música escuchas? No hay duda de que cuando no hay química no se puede forzar una conversación.

Salir con un chico tímido es el cuento de terror de todas las citas, ya que tendrás que esforzarte por sacarle las palabras con gotero. Cuando me tocó la espantosa salida empecé a hablar y contar anécdotas mías. De vez en cuando y para quitarle toda idea de la cabeza de mi posible egocentrismo empecé a hacerle algunas preguntas que respondía de manera monosílaba como si le cobraran un dólar por palabra. Luego de ciertas salidas silenciosas mi interlocutor, con mucha confianza, se animo a decirme ¿a ti te encanta hablar de ti verdad? Me sentí terriblemente ofendida, este pobre infeliz con problemas de expresión me estaba acusando de monopolizar la conversación pero ¿Qué quería? ¿Qué le hable del clima? He tenido conversaciones más largas con las polillas en verano. Naturalmente me excuse y él continuo hablando y me dijo que ahora era el momento de él y que empezara haciéndole preguntas ¿Qué clase de conversación era esa? ¿Estilo interrogatorio? Cuando me di cuenta de la hora y de que iba por la pregunta ¿Qué almorzaste hoy? Huí despavorida, diciendo que mi mamá me necesitaba urgentemente en casa. Conclusión “sálvame de las aguas mansas porque de las bravas yo me salvo”.

Lo que sucede es que una no puede hacer una conversación sola, es aburridísimo andar improvisando monólogos y es más indignante cuando el acompañante es un interlocutor pasivo que solo sonríe y te contempla como si fueras un show de stand- up comedie. Es necesario un feedback no pido una conversación que marqué mi vida pero aunque sea un esfuerzo o un comentario ingenioso para no tener que continuar la charla raspando la olla y rezando porque suene el celular y sea una emergencia familiar.
Tengo cierta lastima por los muchachos que no se dan cuenta que la cita está yendo terriblemente mal, salí con un chico que a cada palabra o historia que yo contaba me decía “esa historia me está aburriendo” ¿Cómo le dices eso a alguien? Es decir, no estás haciendo zapping en tu televisor ni escogiendo escenas de una película. Inmediatamente empecé a planear mi huida de la salida con este desadaptado social que no comprendía del todo las normas sociales y, mientras yo ideaba mi fuga nos dirigimos a una librería a mirar libros, literalmente, mirar libros sin interactuar. Estaba tan inmerso en su cita con sus libros y yo tan aburrida mirando libros para niños que me armé de valor y le dije que me tenía que ir porque mi abuela se había puesto mal -mi abuela que lleva más de 10 años de fallecida, gran momento para resucitarla-. Él preocupado y un poco escéptico puso una cara de tristeza porque anuncié el fin de la salida y me pregunto ¿Cuándo nos volveremos a ver? En mi mente, era un NUNCA y, al mismo tiempo, ¿Por qué quería volver a salir conmigo? ¿Estuvimos en la misma cita?¿dónde estaba la cámara escondida con los 20 dólares por haber soportado el parto que fue esa salida? Porque para mí fue un total desastre y una de las experiencias más aburridas de mi vida dónde, al parecer, mi conversación había sido un suplicio para él ¿Por qué quería volverme a ver? Preguntas a las cuales jamás les encontraré una respuesta coherente