jueves, 31 de mayo de 2012

"Ser Humano"

Si pudiera retroceder en el tiempo, regresaría a mis diez años. Probablemente los disfrutaría más y me quitaría todas esas ideas de convertirme en adulta. Cuando yo cumplí una década de vida, mi pequeño hermano, Jesús, saludaba su tercer año en este mundo. Recuerdo que cada vez que le decía “ser humano” rompía en llanto y la vena de su frente saltaba, siempre imaginaba lo genial que hubiera sido verla reventar, luego me miraba y con esa vocecita decía “¡no me digas!”. Esa rata acuzeta a quien heredé el vientre, en un intento desesperado, acudió a mamá reclamando respeto: “mamá dile que no me diga” (con surcos en los cachetes). De pronto, mi madre le acarició la cara y le susurró: “pero amor, eres un ser humano”, el pobre estalló de indignación y gritó, elevando sus puñitos rechochos al cielo: “¡No! ¡Tú también me dices!”.


Hay días que quisiera haber disfrutado mis primeros cinco cumpleaños, cuando mi papá me enviaba flores y mi mamá me regalaba carritos de policía porque leyó en otro de sus famosos libros de psicología que así crecería mas fuerte. No puedo negar que hay momentos en que quisiera que todo en mi vida de “grande” se arregle con una llamada de mi madre y no tenga que usar palabras difíciles ni oraciones complicadas para defenderme.

Quiero poder levantarme en el momento de la comunión durante la misa sin necesidad de irme a confesar y que mi abuela me diga, con voz dulce, “¿qué pecados puedes tener tú si eres una niña?”. Volver a tomar por la cola a una lagartija y que se le salga solo para que siga moviéndose por unos segundos en mi mano o besar al sapo cojo que mi abuelo tenía en su jardín. Y si me rompen el corazón, que mami busqué al niño y lo regañe para que me vuelva a querer. Solo por un instante, ponerme a llorar y sentirme indignada porque alguien en la calle me dijo “ser humano”.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Minuto Materno


Hace unas noches, me encontraba con una amiga contemplando un recipiente de plástico con una varilla de cartón sumergida en un tercio de taza de su orina. Un minuto de pasión, se había convertido en los cinco minutos más largos de su vida. De pronto, en la televisión un comercial de pastillas anticonceptivas seguido por un carismático anuncio de condones Pegazo: para que no te metan un golazo (un poco tarde porque parece que iba perdiendo el partido). Mientras los segundos pasaban con gotero y cruzábamos los dedos porque el esperma de su compañero de sábanas no sea de alta calidad, caí en cuenta: Tengo el poder de crear otros seres humanos, una docena de niños podrían salir gateando por entre mis piernas.

Casi, al minuto cuatro ya podía visualizarme con mi fábrica de zapatillas y los hermosos deditos de mis pequeños manufacturando cada una de ellas ¿qué mejor regalo del día de la madre? Lo que otros podrían ver como esclavitud infantil, yo podía verlo como un gran emprendimiento familiar. Salí de mi alucinación al ver la cara de felicidad de la casi futura madre, ¡Dos líneas! ¡Dos líneas! Gritaba mientras sostenía ese pedazo de papel duro lleno de sus fluidos corporales.

Detesto ese comentario (muchas veces de mujer a mujer): “salió embarazada porque quiso” o las historias, espero urbanas,  del extractor de jugo de pavo ¿inseminación casera? No vayas a cenar a la casa de una embaraza en Navidad.

Si, en definitiva, tenemos cierta ventaja con respecto a la decisión de engendrar pero un hijo no es un seguro (a menos que se ponga en práctica el negocio familiar que aún no descarto) ni debe de ser la razón para unir dos vidas. Mi madre suele decirme que fui un bebé muy deseado y también suele atormentarme con la historia donde relata que fui concebida en un sillón.

Nota para mis futuros hijos: vengan al mundo con manos muy pequeñas que mami y la industria zapatera con amor los espera. 

lunes, 7 de mayo de 2012

"Mala"


Bien dice la canción: “Víbora, ese nombre te han puesto, porque en el alma llevas el veneno mortal”. Debo de decir que por primera vez en mucho tiempo me siento sumamente halagada, en mis 24 años de vida jamás había sido tildada de “mala” ¿Qué es ser realmente “mala”? Quisiera tener una definición para asimilar mi nueva condición de villana.

Debo admitir que este nuevo adjetivo que acompaña mi nombre me causa cierto conflicto porque existen categorías, creo yo, en la amplia gama de la maldad ¿Soy de las malas que matan y queman pequeños animales en rituales? ¿De las que juegan con el corazón de inocente hombres y luego se los comen? ¿De las que gritan “maldita lisiada” a mujeres en sillas de ruedas? O ¿de las que compran pequeños pececitos y los sacan de las peceras para verlos asfixiarse?

Tal parece que si fuera parte del reino animal, sería un depredador tan cruel que no mataría por necesidad sino por el puro placer de aterrorizar a mi presa y darle una muerte lenta.  ¿Por qué este nuevo atributo a mi persona? Luego de una pequeña reflexión mientras comía un pan de miga con pollo y piña tuve una epifanía, tiene sus ventajas ser percibida como “mala”, es decir, caminas por una calle solitaria a altas horas de la madrugada y te topas con un hombre desaliñado sosteniendo algo que, a lo lejos, parece una navaja ¿sigues caminando o huyes? En conclusión, esta maldad que, de acuerdo con mis detractores, luzco y se siente en mi respiración puede ser mas una aliada que una enemiga. Puede que ser temida, en ciertos casos, pueda ser más conveniente que ser querida.

Regresando a una lección tan inocente y básica: no siempre vas a caerle bien a todo el mundo y sólo debe de importarte lo que la gente que, en realidad te interesa, piense de ti. La profesora de inicial no se equivocó.