sábado, 7 de mayo de 2011

Silencios Incómodos

¿Qué hacer en un silencio incomodo? Me ha sucedido en pocas oportunidades porque soy una de esas personas que nació desesperada por comunicarse. Poco me falto decirle al doctor cuando me arrancó de las entrañas de mi madre, por medio de una cruel cesaría, “Tenga piedad y enséñeme a hablar”. Es mucho más fácil hablar con alguien con quien compartes intereses o amigos en común pero ¿Y si no comparten nada en común?

Considero terrible la estrategia de las preguntas, cuando estaba en el colegio y un adulto me quería hacer conversación siempre empezaba por ¿Y qué tal el cole? Que pregunta para estúpida ¿de verdad querían que responda? Ya tenía bastante con la adolescencia como para tener que responder preguntas ridículas, por lo tanto, respondía como responde la gran mayoría de colegiales -y sigue vigente-“bien, todo bien”. La misma regla se da con los hombres cuando no saben de qué hablarte, corre la rueda de preguntas sacadas de un “SLAM” tales como ¿y qué haces los fines de semana? O ¿Qué tipo de música escuchas? No hay duda de que cuando no hay química no se puede forzar una conversación.

Salir con un chico tímido es el cuento de terror de todas las citas, ya que tendrás que esforzarte por sacarle las palabras con gotero. Cuando me tocó la espantosa salida empecé a hablar y contar anécdotas mías. De vez en cuando y para quitarle toda idea de la cabeza de mi posible egocentrismo empecé a hacerle algunas preguntas que respondía de manera monosílaba como si le cobraran un dólar por palabra. Luego de ciertas salidas silenciosas mi interlocutor, con mucha confianza, se animo a decirme ¿a ti te encanta hablar de ti verdad? Me sentí terriblemente ofendida, este pobre infeliz con problemas de expresión me estaba acusando de monopolizar la conversación pero ¿Qué quería? ¿Qué le hable del clima? He tenido conversaciones más largas con las polillas en verano. Naturalmente me excuse y él continuo hablando y me dijo que ahora era el momento de él y que empezara haciéndole preguntas ¿Qué clase de conversación era esa? ¿Estilo interrogatorio? Cuando me di cuenta de la hora y de que iba por la pregunta ¿Qué almorzaste hoy? Huí despavorida, diciendo que mi mamá me necesitaba urgentemente en casa. Conclusión “sálvame de las aguas mansas porque de las bravas yo me salvo”.

Lo que sucede es que una no puede hacer una conversación sola, es aburridísimo andar improvisando monólogos y es más indignante cuando el acompañante es un interlocutor pasivo que solo sonríe y te contempla como si fueras un show de stand- up comedie. Es necesario un feedback no pido una conversación que marqué mi vida pero aunque sea un esfuerzo o un comentario ingenioso para no tener que continuar la charla raspando la olla y rezando porque suene el celular y sea una emergencia familiar.
Tengo cierta lastima por los muchachos que no se dan cuenta que la cita está yendo terriblemente mal, salí con un chico que a cada palabra o historia que yo contaba me decía “esa historia me está aburriendo” ¿Cómo le dices eso a alguien? Es decir, no estás haciendo zapping en tu televisor ni escogiendo escenas de una película. Inmediatamente empecé a planear mi huida de la salida con este desadaptado social que no comprendía del todo las normas sociales y, mientras yo ideaba mi fuga nos dirigimos a una librería a mirar libros, literalmente, mirar libros sin interactuar. Estaba tan inmerso en su cita con sus libros y yo tan aburrida mirando libros para niños que me armé de valor y le dije que me tenía que ir porque mi abuela se había puesto mal -mi abuela que lleva más de 10 años de fallecida, gran momento para resucitarla-. Él preocupado y un poco escéptico puso una cara de tristeza porque anuncié el fin de la salida y me pregunto ¿Cuándo nos volveremos a ver? En mi mente, era un NUNCA y, al mismo tiempo, ¿Por qué quería volver a salir conmigo? ¿Estuvimos en la misma cita?¿dónde estaba la cámara escondida con los 20 dólares por haber soportado el parto que fue esa salida? Porque para mí fue un total desastre y una de las experiencias más aburridas de mi vida dónde, al parecer, mi conversación había sido un suplicio para él ¿Por qué quería volverme a ver? Preguntas a las cuales jamás les encontraré una respuesta coherente

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