martes, 22 de noviembre de 2011

"Hola amiga"

¿Existe algún estudio clínico que pruebe que el libido de los trabajadores en puestos serviles es más alto que el de los trabajadores de cuello blanco? ¿Qué espera, en realidad un guardia o un albañil cuando suelta la creativa línea: “hola reina”? Será que esperan una respuesta y luego qué ¿saldríamos a tomar un café y mi corazón latiría a mil por hora cada vez que pase por la gaceta de seguridad de la cuadra u obtendría acaso un tarrageo a mitad de precio?

Hace unos días me comentaba una amiga “hombres van y vienen pero los piropos de los albañiles son para siempre". Por lo tanto, admito que estoy agradecida por los piropos de mal gusto, groseros y sumamente ordinarios de estos individuos que no discriminan ni conocen de exigencias cuando de mujeres se trata. Si tuviera que hacer una encuesta para determinar los gustos de este grupo de hombres creo que las estadísticas lanzarían que de un 100% de los encuestados, un 99.9% encuentran como requisito indispensable, para considerar a una fémina atractiva, que tenga vagina (si tienes vagina y estas leyendo esto considérate afortunada). Olvidemos, la talla, peso, raza, condición social para estos especímenes cuando hay hambre, no hay pan duro ¿Será verdad eso de que en tiempo de guerra cualquier hueco es trinchera o que en la noche todos los gatos son pardos?

¿Qué hombre puede decir que ha sido violado con la mirada por un grupo de barrenderas? ¿Cuántos hombres son acosados por mujeres que quedan petrificadas con los ojos bien puestos en su entrepierna? “Mami ven que te voy a poner a gozar” ¿alguna vez esta frase ha surtido efecto? - omitiendo las letras intelectuales de las canciones de perreo que logran de manera instantánea que grandes y chicos se sobajeen los unos a los otros dejando en el cajón la palabra "pudor" - ¿de verdad han surtido efecto?

Quisiera oír una historia urbana donde una mujer camina por una calle y un vendedor de caramelos le susurra al oído “mamita estas pa´comer y pa´ llevar” y que este relato termine siendo una emblemática historia de amor o las maravillosas propuestas donde explotan sus cualidades como "amiga, sé cocinar, planchar y lavar".

Cuando estaba en el colegio una de mis compañeras solía tener encuentros furtivos con el pintor de la institución. Cuando le preguntaban ¿A qué se dedica tu novio? Respondía con mucho orgullo e inflamando el pecho: “mi novio es artista”.