sábado, 4 de diciembre de 2010

La super traca

¿Por qué cuando hacemos algo extremo en nombre del amor, de pronto, resulta totalmente justificado? Es decir, no interesa jugarte el orgullo y perder la dignidad porque, finalmente, lo hiciste en nombre del amor y aunque tu esfuerzo no rinda frutos y la persona por la cual hiciste lo inimaginable ni te mire, entonces te dirás a ti mismo “bueno pero valió la pena” ¿de verdad crees que valió la pena?

Recuerdo haber estado pasando por un mal de amores cuando escuche la historia de la súper traca, un transexual llamado “Helena” que meses atrás fue abandonada por Felipe, un homosexual, que trabajaba de barman en un club para hombres y a simple vista, era todo un macho de América y más allá de la frontera. Lejos de su preferencias sexuales, ambos eran otra pareja en una relación completamente toxica e insana, de esas donde el amor sí mata y te mete en una maleta en pedazos. La noche donde Helena se volvió la súper traca, Felipe trabajaba y tal parecía que sería otro día más en el club. De pronto, Helena con varios tragos de más y luego de haber tomado como camionero que termino de llevar la ultima carga del día, decidió ir a buscarlo y recuperar su amor. Entró y fue caminando de frente a la barra con la mirada sobre Felipe como halcón listo para atacar a su presa. Lo tomo delicadamente de la nuca y le susurró al odio tiernamente “te vas conmigo o te corto la cara”. Felipe, viendo la mano de la delicada y persuasiva Helena no pudo evitar sentirse presionado por la gillete que sutilmente Helena tenía entre sus dedos adornados por las uñas rojas mal pintadas y le dijo “pido permiso y nos vamos”. El astuto Felipe se acerco al administrador y le contó su historia sacada de un capitulo de “lo que callamos los que queremos ser mujeres” e idearon un plan, que consistía en que cuando Helena entrara al baño porque, una señorita jamás deja que se le corra el rímel, Felipe aprovecharía para tomar un taxi y huir rauda, astuta y velozmente. Luego de media hora, Helena entro al baño y Felipe tomó su casaca y salió corriendo por la puerta trasera, lamentablemente, ¿no les ah sucedido que justo cuando uno quiere un taxi no hay? Eso se dijo a si mismo Felipe, los minutos pasaban y en el momento, cuando parecía que todo estaba perdido y la cara de nuestro protagonista quedaría marcada para siempre con la caricia de Helena, paro un taxi. Mientras Felipe subía, Helena, quien se había echado una espectacular carrera en taco doce, cogió la manecilla de la puerta del carro y se prendió con todo, Gillette y uñas rojas. El taxi arrancó llevándose a nuestra, ya, súper traca quien, a pesar, de que el taxi aceleró rápido y furioso corrió a la par con el vehículo y todo esto, todo esto EN TACO DOCE. Y porque no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, nuestra heroína soltó la manecilla y se cayó en plena pista donde su cuerpo magullado fue esquivado por dos taxis y una combi. En cuestión de segundos y dependiendo sólo de su brazo derecho, La súper traca se las agencio y arrastro su cuerpo hacia la vereda donde sus súper poderes se activaron y empezó a estirarse, una vez recompuesta y a pesar de sus pies y rodillas sangrientos volteó miro el semáforo de la esquina y vio la cara de terror de Felipe en el taxi parado por la luz roja. La súper traca no lo pensó dos veces y se echo de nuevo a la carrera pero no alcanzó el taxi que para la suerte de Felipe puso primera y arranco a penas la luz cambió a verde.

Luego de escuchar la historia de mi indestructible heroína me di cuenta que entre Helena y yo no existe mucha diferencia, bueno, sí pero dejando de lado la anatomía y de a quien le sobra y a quien le falta cual o tal cosa. Pienso que todos llevamos en el alma una súper traca cuando no queremos comprender bajo ninguna circunstancia que a pesar de que hagamos lo que hagamos esa persona simplemente no nos quiere tanto como nosotros la queremos para hacer lo mismo. Yo estuve mucho tiempo con mi gillete en la mano cogiéndome hasta con los dientes de una manecilla de un taxi, corriendo en taco doce persiguiendo a alguien que sólo se concentró en correr de mí distraída por alcanzarlo pero jamás me detuve a pensar por un segundo ¿Por qué no se detiene?

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