martes, 2 de octubre de 2012

7 por 3

Piense usted en su abuela. Ahora, imagínela desnuda.

21 comprimidos recubiertos, una alarma en el celular que suena todos los días a las dos de la tarde indicando que es momento de tomar la pequeña pastilla antibebés. He decidido unirme a la campaña ORGASMO DIGNIDAD. Invertimos tiempo, dinero y nos exponemos a trastornos oculares, gastrointestinales, psiquiátricos, mamarios, subcutáneos, cambios en nuestro metabolismo ¿para qué se vengan a las cinco segundos?

De acuerdo a la lógica, un blíster de pastillas anticonceptivas es equivalente a comprar y debería garantizar al menos tres semanas de orgasmos. No, no se confundan no me he vuelto una ninfómana ni tampoco soy una insatisfecha o una mal cogida. Soy simplemente una mujer que quiere hacer rendir su dinero, una clienta que compra un producto y quiere vivir los resultados.

“N” guarda un consolador de bolsillo en su cartera porque asegura que no puede llegar a pesar de los esfuerzos de su novio. Mi insatisfecha amiga, no sólo invierte en un método anticonceptivo sino que también necesita un presupuesto para seguir llenando su bolso de penes artificiales.  Mientras tanto, “S” me confiesa que la única manera de lograr esa explosión de placer es cerrando los ojos e imaginando una mujer maquillada (creo que “S” ignora que es una sólida “L”).  Finalmente, “C”  está pensando en tener un trío así cuando a su amante se le ocurra venirse al segundo, viene el siguiente y que tome la posta (así se gana la corrida).

Vaginas contentas hacen mujeres felices. Regresemos a la oración del inicio, chicos relájense. Ahora piensen en mamamá, imagínenla desnuda y me cuentan si se les ocurrió llegar (a los que se les ocurrió, consigan ayuda psiquiátrica, háganse un favor).