Piense usted en su abuela. Ahora, imagínela
desnuda.
21 comprimidos
recubiertos, una alarma en el celular que suena todos los días a las dos de la
tarde indicando que es momento de tomar la pequeña pastilla antibebés. He
decidido unirme a la campaña ORGASMO DIGNIDAD. Invertimos tiempo, dinero y nos
exponemos a trastornos oculares, gastrointestinales, psiquiátricos, mamarios,
subcutáneos, cambios en nuestro metabolismo ¿para qué se vengan a las cinco
segundos?
De acuerdo a la
lógica, un blíster de pastillas anticonceptivas es equivalente a comprar y
debería garantizar al menos tres semanas de orgasmos. No, no se confundan no me
he vuelto una ninfómana ni tampoco soy una insatisfecha o una mal cogida. Soy
simplemente una mujer que quiere hacer rendir su dinero, una clienta que compra
un producto y quiere vivir los resultados.
“N” guarda un
consolador de bolsillo en su cartera porque asegura que no puede llegar a pesar
de los esfuerzos de su novio. Mi insatisfecha amiga, no sólo invierte en un
método anticonceptivo sino que también necesita un presupuesto para seguir
llenando su bolso de penes artificiales. Mientras tanto, “S” me confiesa que la única
manera de lograr esa explosión de placer es cerrando los ojos e imaginando una
mujer maquillada (creo que “S” ignora que es una sólida “L”). Finalmente, “C” está pensando en tener un trío así cuando a
su amante se le ocurra venirse al segundo, viene el siguiente y que tome la
posta (así se gana la corrida).
Vaginas contentas
hacen mujeres felices. Regresemos a la oración del inicio, chicos relájense.
Ahora piensen en mamamá, imagínenla desnuda y me cuentan si se les ocurrió
llegar (a los que se les ocurrió, consigan ayuda psiquiátrica, háganse un
favor).