lunes, 26 de noviembre de 2012

1/4


Se cumplen dos años desde que las mentes gemelas, un par de hermanas pitonisas importadas de Venezuela, leyeron la palma de mi mano y me dijeron que al llegar a los 25 conocería a mi esposo. La mañana del 24 de noviembre, me desperté sabiendo que la juventud se me iba entre los dedos como un puñado de arena entre mis manos (Parece que a medida que pasan los años me hago más dramática). Luego de un momento pensé en él, en mi futuro esposo y una angustia se apodero de mi ya no tan joven corazón.

¿Cómo le hago saber a mi futuro compañero que no quiero contraer nupcias con él? Él no lo sabe aún pero he decidido que no quiero que nos casemos. Después de darle muchas vueltas a este pensamiento, lo tengo muy claro: tengo que pedirle, de manera pública, el divorcio adelantado a mi virtual marido ¿cómo convencer a este hombre que no debemos conocernos?

Esta paranoia, producto de dos mujeres que comparten lazos de sangre y dotes psíquicos, parte de lo acertadas que fueron sus visiones sobre mi futuro, hasta la fecha todo se va cumpliendo.  Por lo tanto, he decidido desafiar a este designio cósmico y hacer todo lo posible, desde ya, para no toparme con el candidato ungido por el destino para ser quien me acompañe en el altar frente a los ojos de propios y extraños. Sólo me queda decirle a mi cónyuge: “No acepto”.