jueves, 29 de noviembre de 2012

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Siempre me llamó la atención de manera poderosa la complicidad que existe entre las parejas. Mis amigas siempre me dicen “no le vayas a contar”; sin embargo, acabo contándole todo y él me cuenta con desparpajo historias de terceros. De pronto, conoces a uno de sus amigos, este ignora que tienes información con la cual podrías extorsionarlo y sacar una buena tajada de dinero. “ah, ¿él es que se desmayó mientras estaba teniendo relaciones sexuales?” o “¿ella es la que su novio la dejó luego de nueve años y la engañó con su mejor amiga?”.

Estaba escuchando a una de mis amigas hablar, me contaba de su plan macabro para dejar a su novio ¿Quién no ha tenido un plan para dejar a alguien? Días después, me crucé con ambos y al saludarlo pensé “hola, hombre muerto caminando”. Es curioso, de pronto a esa persona que le contabas todo – bueno o malo- , olvidas contarle lo más importante, que ya no la quieres. 

Que sencillo es tener una amistad y que complicado es tener una relación. Últimamente, hablo con mujeres que quieren dejar o temen ser dejadas. Sinceramente, no conozco de fórmulas para retener a un hombre (ojo, existen métodos como construir un bunker debajo de la tierra y mantenerlo cautivo pero podría escapar tarde o temprano).

Acababa de despedirme de él y decidí escribirle:

“Yo era una juguete roto. Quisiera dedicarte las palabras más dulces o escribir algo que ya no se haya escrito. Sin embargo, seguro Benedetti o Neruda ya lo pensaron primero, lo editaron, publicaron, reeditaron y quizás ya hasta debe de haber una edición de lujo - de tapa dura, de esas que me gustan. Debes de saber que este amor no es diferente de ningún otro de los que se presentan en la vida real o en las novelas, lo único que lo diferencia por un pelo es que es mío, es que es nuestro. Tengo que decirte además, que a pesar de ser de nuestra propiedad debemos de ser conscientes que un día puede levantarse, despedirse y zarpar. Por lo tanto, no hay que bajar los brazos ni perderlo de vista pero jamás retenerlo contra su voluntad.  Lo que te quiero decir, es que el amor no nació para ser inmortal. No obstante, y no ignorando la posibilidad de un final yo trato cada día de volverte a enamorar, esto último atribúyelo a mi necedad o a un romanticismo extremo del cual me enfermé un mes de enero ¿y si mañana se acaba? Por favor, te pido no pienses en mañana. Para eso faltan muchas horas y podemos fingir que nunca llegara. Otra cosa, hay quienes dirán que este amor será breve, ligero o fugaz, dejemos que guarden sus predicciones para los que esperan el fin del mundo ¿te
diste cuenta que ese tema es una obsesión mundial? Mi amor, yo era un juguete roto...”