domingo, 8 de abril de 2012

Palmas para Ellos

Alguien, por favor, podría explicarme el origen de la maldita costumbre de aplaudir luego de una broma. Es decir, no hay cosa que me espante más que salir con un muchacho y que luego de un comentario ingenioso o cómico junte las palmas de sus manos y genere ese sonido que sólo debe de ser escuchando al fin de un gran espectáculo. ¿Por qué lo hacen? ¿Acaso hay una cámara escondida? ¿Por qué existe este complejo de sentir que son parte de un público imaginario? ¿Es una norma social de la cual nadie me informó?

Definitivamente, es necesario que las mujeres hagan saber a sus galanes qué fue lo que las espantó luego de la primera salida. Recuerdo a este muchacho, que no veía en muchos años y retomamos contacto debido al milagro de las redes sociales, luego de un tiempo prudencial y un recargado intercambio de correos electrónicos decidimos salir a tomar un café. Grande fue mi sorpresa cuando luego de escucharlo decir un par de palabras no podía evitar notar un inquietante seseo. De pronto, me hice la pregunta que me hago cada vez que salgo con un hombre (si lo supieran, muchos se espantarían): ¿Este individuo podría ser el padre de mis hijos? En esos instantes, la imagen del gato Silvestre enseñando a mis retoños decir sus primeras palabras fue un poderoso motivo para que no existiera una segunda cita.

Me provoca cierta ternura cuando un hombre inicia su cortejo pensando que no me doy cuenta en absoluto de lo que está pasando. Admiro que un muchacho sea frontal en el galanteo pero tengo un talento especial para darme cuenta cuando tienen una gran experiencia y esto delata que tienen varios anzuelos esperando a ver cual pica primero. Mi tía abuela solía decirme que escoger a un hombre jamás debe de ser como elegir a un cachorro: "nunca te lleves al más vivo de la camada".

Hace no mucho un hombrecillo intentó invitarme a salir, luego de pedirme mi número me pregunto un día: ¿Te puedo llamar más tarde? Inmediatamente lo detecté, era uno de esos que para besarte te piden autorización. ¿Dónde estamos en un salón de clases? Quiero un hombre que no aplauda, que no sesee y que me pida perdón antes de pedirme permiso.