lunes, 27 de mayo de 2013

Yo quiero ser una chica Combate


-¿Qué quieres ser de grande?

- Una chica de Combate.

Cinco años de preparación universitaria y un daño cerebral por intentar comprender a Foucault. Debo culpar a mis padres por haber invertido en mi educación y no haberme metido en un gimnasio, como parte del programa de estimulación temprana.

Maldito el momento en que me dieron mi primer libro y me alejaron de los juegos donde las criaturas miden su fuerza física. Desde muy pequeña me sentí el cachorro más lento, ese que no mueve la colita y se queda mirando un punto fijo. Jamás aprendí a manejar bicicleta porque me daba terror caerme y ensuciarme. Quizás si me hubieran insistido en explotar mi “yo” atlético, hoy sería el sueño de millones de niñas, tendría mi club de fans y me adorarían en los asentamientos humanos y en cada rincón de provincia. Además, ya se habría agotado la barbie “Ale” y hasta hubieran sacado la versión pirata (si no sale falsificada, significa que no triunfó).

No duden que tendría un romance con algún modelo, ex trabajador de algún centro de comida rápida. Saldría en las portadas de todos los diarios “chicha” y haría reportajes de mi interesante rutina de pilates y mi recorrido al canal cada mañana. Asimismo, sería el orgullo de mi familia mientras mi padre me ve semidesnuda en el noticiero matutino mientras sobo mi cuerpo contra el de algún hombre o me beso apasionadamente con otro durante algún concurso. Sí, mi padre inflaría sus pulmones y diría: “Esa es mi hija”.

Mi intelecto sería medido por complicada preguntas como “Diga ustedes los cuatro puntos cardinales” o “¿Cuáles son las primera vocales?”. No cabe duda que suena bien eso de ser una chica Combate.