miércoles, 5 de octubre de 2011

Salud, Dinero o amor

¿Billetera mata galán? Luego de haber caminado ciertos años por el sendero del amor y sus misterios, llego a la conclusión de que el dinero es una parte importante en las relaciones amorosas. Admito que mi visión puede ser tildada de “metalizada”. No obstante, la experiencia de salir con hombres con los bolsillos con agujeros y la billetera de adorno me han llevado a afirmar que el romance y la miseria son la peor dupla de todas.

Cuando la hermana de mi madre contrajo nupcias, mi abuela dijo: “se casan el hambre y la necesidad”. Años y 4 hijos después, la vida le daría la razón. Sin embargo, no había que ser una pitonisa para saber el fin de la historia o hacernos la pregunta ¿qué se obtiene del cruce entre un militar - no corrupto- y una profesora de colegio estatal? La respuesta a viva voz es: POBREZA.

Recuerdo que salía con un chico que para poder visitarme tenía que levantar cada uno de los cojines de la sala de su casa buscando algún sencillo para pagar el microbús. Sucede que cuando te enamoras, el factor económico es algo puramente superficial. Una de mis amigas terminó con su enamorado por una deuda que ascendía las a 3 cifras. Es decir, cuando decidió terminarlo, no sólo perdía a su enamorado sino que le condonaba la deuda al infeliz moroso. El mismo mes que le dio fin a su relación, el descarado la llamó y le pidió, por favor, conversar con ella. Se encontraron en un café, él la miro a los ojos – muy serio- y le confesó que durante el año de relación le había sido infiel con 3 muchachas distintas. Ella lo miró, lo tomó de la mano y le dijo “eso no me preocupa, lo que me preocupa es saber ¿cuándo piensas pagarme lo que me debes?”

Creo que muchas relaciones funcionaria si viviéramos en los tiempos del trueque. Yo cosecharía papas y las cambiaría con mi galán por camotes. Aunque juzgando por mi suerte, seguro acabaría arando su tierra y cosechando por él.

Hay muchachos que simplifican su vida amorosa en la premisa: “no tengo enamorada porque no tengo plata” ¿Cuándo amar se convirtió en un impuesto o un tributo? ¿A quién quiere celeste, que le cueste?

Una de mis amigas escoge ir al baño siempre que llega la cuenta, una curiosa libre asociación ¿Quién la culpa? La llegada de la cuenta con el mesero descontrola sus esfínteres - atribuiré su "aparente" tacañeria a algún trauma infantil ¿orinar o pagar? - y he ahí el dilema.

En una de mis más célebres relaciones llegué al punto de darle dinero al muchacho para que vaya a rendir su examen en la universidad. Sus padres deberían de indemnizarme o él mencionarme en su discurso de graduación. Aún recuerdo cuando el pobre - literalmente- juntaba cartuchos de tinta para invitarme a ver una película porque la compañia Lexar y el cine hicieron una alianza ofreciendo a sus clientes -pobres- un descuento - la salida se tituló "los miserables".