sábado, 14 de agosto de 2010

La fantasia de la Mosca

¿Nunca fantaseaste con ser una mosca? Entre mis fantasías mas rankeadas tengo, en primer lugar, la de disfrazarme de monja (no es una fantasía sexual) e ir caminando por las calles y que la gente me considere un ser sagrado y digan lisuras bajito y se esfuercen por hablar en dificil porque, total, yo tengo el poder de acusarlos con Dios y que se quemen en el fuego eterno. Mi segunda fantasía, no es menos cuerda pero más emocionante, es convertirme en mosca. Sé que es más normal y común fantasear el día del matrimonio, el funeral (mi favorito) o quizás en el día que venga mi primera cría al mundo. Pero desde que tengo memoria siempre soñé con poder convertirme en una mosca y volar a lugares donde pasara desapercibida. Creo que más que nada mi fantasía parté de un deseo de espía frustrado. Nunca me gusto ese juego adolescente ( que nos sigue hasta viejos) de enterarte que dice o piensa de ti por medio de la amiga “confidente” quien en realidad es la menos discreta y las más boca floja ¿si no le puede guardar un secreto a él que te hace pensar que te guardara un secreto a ti? Las épocas del ¿pregúntale si le gusto? o ¿qué te dijo de mi? Nunca terminan sólo nos hacemos más prudentes, en la mayoría de los casos.

Regreso a mi fantasía, convertirme en una mosca volar hacia su cuarto y poder escuchar todo lo que dice de mi o si habla consigo mismo sobre mí. En mis peores momentos cuando me acecha la maldita pregunta ¿se sentirá igual de triste que yo? Es donde me gustaría convertirme en ese insecto y saber que sucede con él.Lamentablemente, en la realidad lo máximo que podría hacer es instalar micrófonos en su cuarto o cámaras de vigilancia, lo cual es posible pero creo que ilegal y hasta cierto límite obsesivo.

Es increíble la cantidad de horas que pasamos descifrando lo que ellos quieren decir o lo que trataron de decir. Lo cierto es que los hombres son criaturas prácticas y, en la mayoría de los casos, literales. Por el contrario, nosotras somos criaturas complejas que esperan que se anticipen a lo que queremos y si es posible que nos lean la mente. Incluso en las peleas es típico que los ilusos hombres caigan en la trampa de preguntar ¿estás molesta? A lo que, naturalmente, responderemos “No para nada, todo está bien”. NADA ESTA BIEN ¿es mucho pedir que se fijen en el sarcasmo? ¿Es difícil que lean la expresión fácil? No queremos ser complicadas sólo que presten más atención antes de meter la pata, un poco de sentido común o tal vez que sean un poco más minuciosos al hacer su examen de conciencia.

Sólo se pide un poco de intuición y que respeten los rituales, por ejemplo, si al despedirse suelen decir “chau te quiero, besos” y, de pronto, un día dicen “chau, cuídate”. No pueden culparnos por entrar en la alerta roja de preguntarnos ¿por qué ya no dice “te quiero” al despedirse? ¿Será que ya no me quiere? Luego de romperme la cabeza tratando de comprenderlos asimile que cuando un hombre dice “rojo” es “rojo” y no quiere decir violencia ni comunismo, son una raza práctica que no escribe entre líneas ni usa subtítulos. Empecé a comprender que ser directa con ellos es la mejor manera de lidiar con su falta de empatía pero no siempre es fácil porque existen cosas que esperamos que comprendan sin que tengamos que explicarles todo. Se quejan de nuestra falta de comunicación, creo que de lo que se deberían de quejar es de su limitación por no percibir sutilezas. Lo acompañe a una fiesta y no paraba de bailar con su ex, para cuando terminó y me busco yo ya estaba a kilómetros de distancia insultándolo camino a casa y aun así tuvo la poca cara de preguntar ¿Que paso por qué te fuiste así? Me pregunto si de verdad no saben que hicieron una trastada o se hacen los imbéciles.

Francamente creo que a los hombres los entrenan para hacerse los imbéciles posiblemente crean que, en cierto punto, nos apiadaremos y les perdonaremos bajo la premisa “hombre limitado carente de sentido común y bruto por excelencia”. Sin embargo, la táctica masculina de “No me di cuenta” es eficaz, en muchas ocasiones. Pueda que hayan encontrado la fórmula perfecta para “salir limpios de polvo y paja”.

Luego de una pelea me quedaba con las ganas de devolver tres veces tres el mal momento que me había hecho pasar. Después de las milesde peleas aprendes que lo peor que puedes decir es “perdón” porque una vez que acumulas cierta cantidad de “perdones” algo se rompe y empiezas a odiar esa palabra. Es cuando las venganzas silenciosas nacen con un sentimiento revanchista de hacer pasar a la otra persona por el mismo momento doloroso e incomodo al cual te expuso.

1 comentario:

Andrea dijo...

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